lunes, 16 de junio de 2014

PABLO POZUELO

Pablo Palazuelo de la Peña (Madrid, 6 de octubre de 1915 - Galapagar, Madrid; 3 de octubre de 2007); pintor, grabador y escultor español. Palazuelo fue una de las figuras clave del arte español de la segunda mitad del siglo XX.
La obra de Palazuelo no ha recibido el reconocimiento internacional esperado y las razones de este desconocimiento son diversas, pero sobre todo es fruto de una concepción dominante de la abstracción excesivamente lineal, que arranca con las experiencias postimpresionistas en el tránsito hacia el siglo XX y que en los años sesenta logra sus últimas consecuencias con el minimalismo. Según esta articulación de carácter teológico, la abstracción es la culminación de los principios de anatomía y de pura visualidad propias del arte. La hegemonía indiscutida de este discurso ha hecho que otro tipo de prácticas y de estéticas que, pese a estar situadas dentro del arte moderno han interiorizado sus principios de manera heterodoxa, hayan estado parcialmente ignoradas.


 Palazuelo concibe el arte como un «un camino para dar salida a los problemas humanos». Sus referencias a la historia de la pintura son continuas, y es especialmente importante la influencia en su trabajo de la noción de línea derivada de la obra de Klee, que supone una auténtica revelación para él. También reivindica a sus inicios su interés por constructivistas rusos como Gabo y Pevsner, aun cuando rehúsa su concepción científica de la geometría. La obra de Palazuelo ha sido clasificada por la historiografía de los últimos treinta años como una abstracción de tipo idealista, muy vinculada a corrientes de espiritualidad y a una concepción sagrada del artista y de su obra. Pese a que Palazuelo se nutre de corrientes de pensamiento vinculadas al esoterismo, la cábala y la filosofía y el pensamiento orientales, también es cierto que por las matemáticas, la física y el pensamiento científico son fundamentales su trabajo. El desarrollo de la abstracción y el uso de la geometría en su obra están íntimamente ligados a un proceso racional basado en el descubrimiento - no invención- de nuevas formas. Esta descubierta constante que guía su trabajo se traduce en una tensión manifestada a través de las variaciones interminables de las formas.






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